Ya estoy de vuelta de las vacaciones reglamentarias, que he tomado este año de forma excepcional en el mes de octubre, por motivos familiares. Octubre no es buen mes para tomarse vacaciones un pediatra; ya que coincide con un mes en el que se dispara la demanda por motivos
epidemiológicos; los colegios han comenzado en septiembre, los niños han contactado con nuevos virus en las guarderías y colegios y enferman todos a la vez, colapsando las consultas de los pediatras. Además, como ya he comentado en otra entrada, estamos acostumbrados a consultarlo TODO, por muy banal que sea y aunque ya "sepamos" qué hacer, porque hemos consultado muchas veces por lo mismo... pues eso, ahí vamos, necesitamos volverlo a
oir. El problema es que si consultamos a otro/a, nos va a decir otra cosa y nos vamos a liar.
Ojalá me equivoque, pero me temo que me voy a encontrar revisiones innecesarias, padres y madres preocupados porque le han oido a otro "pediatra" que su niño tiene no se qué cosa que "tendrá que estudiar su pediatra cuando vuelva", o vienen a "recoger unos análisis" o una "radiografía" que otro "pediatra", le ha pedido en mi ausencia, y que no ha registrado en su historia.
En fin, espero tener suficiente "autocontrol emocional" para superar el trance, y reconducir la situación lo mas rápidamente posible, por el bien de mis pacientes y de mi salud mental.
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